¿Quién no ha comprado algo alguna vez a través de internet? El que escribe sí, y seguro que quien lee también. Y cada día va a más: el comercio electrónico se apodera de todo.
-Es compra segura porque lo puedo devolver -dice mucha gente a la hora de valorar dónde comprar. La pregunta que nos hacemos hoy es esta: ¿qué pasa con las cosas que devolvemos?
-Se vuelven a vender -responderán muchos, tanto clientes como vendedores.
¿Sí? ¿A pesar de tener cajas abiertas, artículos probados o usados, cosas que ya no son nuevas e inmaculadas? La respuesta es no.
Una investigación realizada sobre Amazon ha dado pruebas sobre algo que ya se sabía: que los productos que devuelves a menudo tienen un fin bastante dudoso. ¿Es Amazon el único que hace mal las cosas? No, por supuesto, pero el volumen que mueve es tan grande que debería preocupar.
La investigación.
La prueba fue sencilla: se compraron varios objetos por separado en la web de Amazon, y se devolvieron todos. Eso sí, en las cajas se introdujeron pequeños geolocalizadores y se siguió el rastro de los productos.
Se incluyeron desde juguetes o pequeños objetos cotidianos, hasta iphones.
Resultados:
Los productos, que habían llegado a casa del destinatario en 1 o 2 días, pasaban un mínimo de 4 días en circulación (miles de kilómetros en camión), en la mayoría de los casos más de una semana, alguno hasta un mes.
La mayoría no pasaba por ningún centro de inspección de Amazon, sino que esperaban en contenedores o almacenes, sin que nadie los moviese. Alguno sí se inspeccionaba.
- Al cabo de un mes, 1/3 había acabado en vertederos. Nada de reciclaje ni separación de materiales.
- Otro 1/3 se había enviado a distribuidores que compran contenedores de productos sin saber lo que hay dentro, a un precio fijo. Ronda los 10.000€ / contenedor. A veces ganas dinero con lo que hay dentro, a veces pierdes.
- Otro 1/3 se volvió a vender tras una recogida adecuada.
Esto, que parece grave cuando hablamos de esta investigación, se vuelve monstruoso cuando lo convertimos a escalas comerciales: en comercios físicos, la tasa de devoluciones es del 10%; en los electrónicos, del 40%. Sabiendo los millones de objetos que se e-compran estos últimos años… echad cuentas.
Un caso curioso: África.
Una gran mayoría de los objetos electrónicos que desechamos (bien sea devoluciones o por fin de vida) se meten en contenedores y se envían a distintos países africanos, mayormente subsaharianos, donde se venden de la forma expuesta arriba: compras un contenedor lleno de objetos electrónicos… pero sin saber exactamente qué objetos.
El objetivo en la mayoría de los casos es reparar lo que se pueda y ponerlo en venta de nuevo. Lo hacen comercios pequeños, no grandes cadenas, que encuentran así su forma de obtener productos que de otra forma resultan inalcanzables.
Lo que no se puede reparar, se tira en cualquier lugar, si bien hay una especie de vertederos organizados. Y ahí empieza otro negocio:
Muchas personas se dedican a recoger esos objetos y a quemarlos. ¿Objetivo? Recuperar el cobre de los cables, que posteriormente revenden a precios irrisorios. Como os podéis imaginar, esto afecta muy gravemente al medio ambiente… y a la salud de estas personas. Desgraciadamente, cuando no tienes nada, tampoco tienes esas preocupaciones.
Una última: ¿y lo que no se vende?
En el caso concreto de Amazon, muchos de los productos que no venden acaban en vertederos. Guardarlos en un almacén cuesta dinero (se cobra por metro cuadrado y por tiempo), y muchos quedan desfasados; regalarlos no es una opción para la empresa, puesto que entonces entorpece las ventas de productos nuevos. Así que el destino de millones de productos es el vertedero, sin haber tenido jamás ni siquiera un uso.
Por cierto, si alguien cree que esos productos se clasifican antes de deshacerse de ellos con vistas a una revalorización de los materiales o al reciclaje, se equivoca…