Honako artikulua TU Lankiden argitaratu dute, 593. zenbakian, 38-39. orrietan.
Arizmendiarrieta: las raíces y los nuevos escenarios.
En este artículo centramos la atención en algunas claves del pensamiento de J.M. Arizmendiarrieta, lo que permite, entre otras cosas, acercarnos al trasfondo ideológico que subyace al nacimiento de la experiencia cooperativa de Mondragon. Su pensamiento permite comprender y analizar, entre otras cuestiones, cuáles eran las ilusiones, motivaciones y sueños que dieron lugar a la experiencia cooperativa de Mondragon, concretadas en estructuras, formas de funcionar y maneras de hacer específicas por la primera generación de cooperativistas.
La educación
Es interesante destacar, en primer lugar, la importancia que concede J.M. Arizmendiarrieta a la educación. Concibe que la educación es la base fundamental para el desarrollo individual y colectivo, el soporte sobre el que puede pilotar todo proceso de desarrollo personal y comunitario. Sólo formándonos, cultivándonos como personas y preparándonos como profesionales, se puede aspirar a construir un mañana mejor. J.M. Arizmendiarrieta es radical a la hora de defender que hacer falta crear estructuras para que todas las personas tengan oportunidades de formarse y desarrollar sus potencialidades. Además de una cuestión de justicia social, lo considera la vía más eficaz para lograr una sociedad dinámica, dado que conceder oportunidades a todos es la mejor manera de garantizar que no se malogra ningún “talento” existente en la comunidad. Hay una ecuación clave en el pensamiento arizmendiano: crear estructuras comunitarias que permitan a las personas desarrollar todo su potencial, y corresponsabilidad de las personas de manera que utilicen los conocimientos y habilidades adquiridas no en beneficio propio sino en beneficio del bien colectivo. Idea básica que, en el contexto actual, en el que cada vez es más importante el trabajador cualificado, capaz de aportar un valor añadido al puesto de trabajo, y con una concepción colectiva de su aportación personal, resulta de gran actualidad.
El trabajo.
A medida que van consolidándose las estructuras educativas que permiten socializar el acceso a la educación, J.M. Arizmendiarrieta va centrando su pensamiento en el trabajo. Concibe que el trabajo es central en la vida de las personas y para el desarrollo socio-económico de la comunidad. Considera claves las estructuras empresariales y defiende que los trabajadores deben asumir la responsabilidad de ser los dueños de su trabajo, gestionar por sí mismos las empresas, y utilizar el trabajo como medio fundamental para el desarrollo económico y social de la comunidad. Para Arizmendiarrieta la empresa es una estructura fundamental de la sociedad y es importante que los trabajadores asuman su gestión y la pongan al servicio del desarrollo comunitario. Por eso llama a ser absolutamente autoexigentes a la hora de garantizar la rentabilidad económica y la sostenibilidad del proyecto empresarial, porque constituye una “palanca” importante para hacer posible un proyecto amplio de transformación social. Como explica J. Azurmendi, el cooperativismo arizmendiano no se limitaba a crear un modelo de empresa diferente, sino que pretendía crear un movimiento para el desarrollo y la transformación de la sociedad (que debería ir integrando crecientes ámbitos de la vida social, desde la educación al trabajo, ahorro, salud, ocio, urbanismo, cuidado de niños y ancianos, …).
Este idea básica del pensamiento arizmendiano explica por qué en la experiencia cooperativa de Mondragon se van cooperativizando cada vez más sectores y se van articulando cada vez más mecanismos comunitarios de solidaridad. En el fondo subyace el ideal arizmendiano de que hay que abordar los retos y los problemas sociales sin estar esperando a que las soluciones caigan del cielo, participando como sujetos activos en la construcción de la realidad, creando las estructuras necesarias para ello (educativas, empresariales, centros de investigación, entidades de ahorro e inversión, previsión social, …) y haciendo siempre prevalecer el bien comunitario frente a los intereses egoístas y los privilegios individuales.
La utopía
Es interesante su dialéctica entre realismo y utopía, pragmatismo y capacidad de soñar. Piensa sobre el cooperativismo desde la praxis, partiendo de las realidades y los problemas concretos, pero alimenta el proyecto cooperativo de ideales lo suficientemente ambiciosos como para motivar e ilusionar a las personas. Para Arizmendiarrieta ser pragmático no quiere decir renunciar a ideales. Y aborda todos los problemas concretos desde el ideal de impulsar una comunidad que se desarrolla por la vía de la autogestión colectiva, a partir de personas que se auto-organizan para desarrollar alternativas concretas a sus necesidades. Una concepción autogestionaria del cooperativismo que rechaza todo planteamiento paternalista, ya que cree que las personas (con su esfuerzo, trabajo y dedicación) deben asumir su responsabilidad de construir una realidad mejor. Partiendo de lo existente, pero con la ambición de transformarla. Caminar e impulsar en esta dirección debía ser la misión del cooperativismo.
Retos y dilemas del siglo XXI
En este siglo XXI el proyecto cooperativo se encuentra ante un escenario económico, político y social realmente complejo. Las cooperativas se encuentran ante importantes retos y dilemas: abordar el reto de la financiación; conseguir la rentabilidad de los negocios; posicionar las cooperativas con productos de futuro, de valor añadido; conjugar el dimensionamiento adecuado del negocio con las lógicas cooperativas; profundizar en la corresponsabilidad e implicación de los socios con el proyecto cooperativo; profundizar también en el perfil cooperativo de los responsables y directivos; innovar en la búsqueda de sinergias cooperativas; repensar qué mecanismos de solidaridad e intercooperación son necesarios desarrollar; profundizar en el compromiso con la transformación del entorno; y, en esencia, repensar el cooperativismo como un proyecto económico y social que tiene el deber de ser rentable como negocio y alimentarse de un proyecto social transformador capaz de ilusionar a las nuevas generaciones.
Se hace camino al andar. Los retos existentes son grandes y las soluciones complejas. Pero es mucho lo que las cooperativas pueden aportar en este mundo. Toca buscar nuevas respuestas en nuevos escenarios, con pragmatismo, pero inspirados en el ideal de origen de construir un cooperativismo cada vez más autogestionario, autoexigente y solidario.