Aterrizando
Hace unos días se cumplieron ocho meses desde que cogí un avión y emprendí la aventura de realizar el proyecto en Cuba. Atrás quedaron entonces las reuniones para conciliar los intereses de Mundukide por un lado (la ONG con la que he hecho el proyecto) y las exigencias que una ingeniería industrial supone por el otro.
El tema del proyecto tiene como pilar principal el emprendizaje en Cuba, es decir, cómo comenzar una nueva actividad económica. Mi trabajo ha consistido en procedimentar el proceso de emprendizaje, desde la identificación de oportunidades, hasta el análisis de viabilidad. Además, he tenido la suerte de acompañar a un equipo de profesionales cubanos a lo largo de este proceso, en su caso, para emprender una actividad económica tan novedosa en Cuba como la venta de carne de ovino y caprino limpia y separada por calidades.
Ahora, otra vez aquí, toca hacer valoración y responder a una pregunta tan sencilla de formular y casi siempre tan difícil de contestar honestamente: ¿Qué tal? Me resisto a responder “bien”. No me lo he pasado bien y no quisiera engañar a nadie. Prefiero responder que ha sido “complicado”. Y es que en el fondo, Cuba es un país complicado.
Son complicadas las relaciones personales, donde diferenciar entre la amistad y el interés, es un examen que confieso haber suspendido; es complicado el trabajo, donde existe un juego difícil de seguir entre lo que no se dice, lo que se sobreentiende y lo que todo el mundo sabe pero no se puede decir (lo que se dice es lo que menos importa); y es complicado el día a día, donde las contradicciones son un incómodo copiloto.
Pero a pesar de todo no me arrepiento. Esta experiencia me ha mostrado nuevos caminos, nuevas maneras de hacer las cosas y nuevos ojos con los que mirar el mundo. Y sin duda, lo que más me gusta es que me he reafirmado en mi intención de seguir aportando mi granito de arena por que este mundo sea cada vez menos injusto.
Y esta ha sido mi experiencia, o al menos, unas pinceladas de todo ello. Supongo que yo mismo me iré dando cuenta poco a poco de lo que ha supuesto y el tiempo dirá si realmente marcó un antes y un después.
PD: aprovecho esta oportunidad para “animar” a la Universidad a flexibilizar sus mecanismos y hacer de este tipo de proyectos una opción real, y no una alternativa para unos pocos.