Muy interesantes las reflexiones que estos últimos días nos llegan desde MONDRAGON y que se extienden a nuestro ámbito en la facultad acerca del futuro de su cooperativismo. Desde luego que los tiempos evolucionan y el contexto económico, social y cultural condiciona la manera en que se concibe e interpreta el cooperativismo. En una sociedad global (interesante, por cierto, distinguir entre globalización, globalismo y globalidad, de la mano de Ulrich Beck en su libro ¿Qué es la globalización?) el cooperativismo ha conseguido hacerse un hueco y los datos lo avalan. Una tercera parte de la población es socia de alguna cooperativa en: Canadá (12 M), Japón (42 M), Noruega (5 M) o Singapur (1,4 M). Por su parte, una cuarta parte lo es en Estados Unidos (78 M) o una quinta parte en India (240 M), Kenya (9 M), Argentina (9 M). Casi nada.
Cuando MONDRAGON dice mirar al futuro, en realidad pone sobre la mesa cuatro grandes aspiraciones:
- Construir una alternativa económica mediante la crítica a la clase empresarial de la época, como una necesidad de una alternativa económica y social de futuro y mediante la cooperativización de sectores claves de la industria y de la economía.
- Construir un modelo de empresa más humano, que mire tanto a la eficacia empresarial como a los valores sociales de democracia y solidaridad.
- La empresa como palanca del desarrollo integral de la comunidad.
- El ideal de Arizmendiarrieta como un proceso de transformación: la creciente autogestión de la sociedad.
Pero ¿estamos realmente ante una nueva etapa del cooperativismo?, ¿hemos irrumpido en un nuevo ciclo con características considerablemente diferentes del anterior? Esta parece ser la situación y, por tanto, el reto.
Debemos ser capaces de construir proyectos empresariales sólidos y competitivos, no para beneficio único del socio sino para trasladar esa riqueza a la sociedad y a las generaciones futuras.
Ese es el reto y el sentido de nuestro cooperativismo, y para eso necesitamos más cooperativismo: un cooperativismo más exigente y responsable, más solidario, más abierto a cooperar y más comprometido con la vocación de transformación social.
¿Cómo puede ilusionar el cooperativismo que mira al futuro? De lo que se ha trabajado surgen un par de líneas de trabajo fundamentales:
- Fomentar sujetos cooperativos: personas responsables, soberanas y solidarias. Auto-emancipadas.
- Profundizar hacia la auto-gestión comunitaria: aspiración de una comunidad que se auto-organiza para buscar soluciones a sus necesidades y deseos, para conseguir un bienestar económico y social colectivo.
Así, pues: «Hay que transcender nuevamente el proyecto empresarial y reconectar con el impulso más humanista y comunitario del paradigma cooperativo. Integrar el proyecto empresarial en un proyecto cooperativo más amplio de transformación social». No hay duda de que sigue habiendo trabajo por delante.