Como se ha señalado en la introducción de este cuarto módulo, la idea de la transformación social constituye un principio de gran relevancia que nos coloca en un horizonte de largo aliento. Herencia directa del pensamiento de Arizmendiarrieta, la empresa tiene un interés social o público en virtud del servicio que ofrece a la comunidad, convirtiéndose de esta manera en un medio para la promoción y transformación social. Este principio recoge el ideal cooperativo de transformación de la comunidad de trabajo (empresa), volcado sobre su medio social más próximo (comunidad en su triple dimensión, social, cultural e identitataria) y con una proyección social amplia. En definitiva, identificar a las cooperativas como palancas de cambio es engarzar y rescatar lo nuclear del espíritu cooperativo. Vinculado, pues, a una tradición progresista, es posible que este sea uno de los principios cuya aplicación aparece más sujeto a la reinterpretación histórica.
Junto a ello, la propia evolución de las cooperativas, especialmente su expansión territorial más allá de las fronteras del País Vasco, emplaza a una reflexión sobre el marco de actuación de esa voluntad de transformación que se recoge en este principio. A este respecto, se pueden plantear algunas preguntas: ¿Qué formas concretas puede adoptar esta explicitación sobre la construcción social del País Vasco en un contexto global como el de hoy en día? ¿Cómo conjugar el compromiso con el desarrollo social del País Vasco —fiel a los postulados fundacionales de la experiencia cooperativa y apelando a un discurso identitario— con el compromiso con el entorno social más próximo a las cooperativas allí donde estén o donde se vayan implantando? ¿Cómo compaginar las dos dimensiones, la vasca y la global, sin diluir ninguna de ellas? La forma como se dilucide esta cuestión de la adscripción territorial será clave en la configuración futura de la experiencia cooperativa de Mondragón.