En julio de 2012, el Secretario General de Naciones Unidas solicitó a un grupo de personalidades la elaboración de unas recomendaciones sobre la agenda de desarrollo posterior a 2015.
Este grupo de expertos estableció 12 objetivos de desarrollo sostenible:
1. Erradicar la pobreza.
2. Empoderar a niñas y mujeres y lograr la igualdad de género.
3. Proporcionar educación de calidad y aprendizaje permanente.
4. Garantizar vidas saludables.
5. Garantizar la seguridad alimentaria y una buena nutrición.
6. Lograr el acceso universal a abastecimiento de agua y gestión de residuos.
7. Garantizar energías sostenibles.
8. Crear empleos, medios de subsistencia sostenibles y crecimiento equitativo.
9. Gestionar los recursos naturales de manera sostenible.
10. garantizar la buena gobernanza e instituciones eficaces.
11. Garantizar sociedades estables y pacíficas.
12. Crear un entorno global propicio y catalizar los recursos financieros a largo plazo.
Todos estos objetivos si bien ambiciosos, marcan las estrategias a seguir a nivel mundial para el logro un desarrollo sostenible a nivel mundial.
La Alianza Cooperativa Internacional junto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) plantean el debate de cuál es la contribución de las cooperativas al logro de estos objetivos.
En su informe destacan que “las cooperativas ya están presentes en todas las áreas que los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos contemplan al imaginar la dirección que tomará el mundo en su camino para convertir al desarrollo sostenible en una realidad. Aunque las cooperativas son fundamentales para alcanzar el desarrollo sostenible en todo el mundo, debido a su focalización en sus socios y en las necesidades locales, no siempre han tenido una actitud proactiva en los debates nacionales e internacionales. Con escasa notoriedad en los planos nacional e internacional, el potencial y la importancia de la contribución que las cooperativas pueden hacer a la concepción y puesta en práctica de los ODS parecen habérseles pasado por alto a los responsables políticos de los respectivos niveles. Esto explica la notoriedad y la atención relativamente limitadas que están teniendo las cooperativas en el debate sobre la agenda para el desarrollo después de 2015”.
Esta constatación ha de ser un motivo de reflexión por parte del movimiento cooperativo si quiere responder a su vocación de constituirse, de acuerdo con sus principios y valores, en agente de transformación social comprometido con la comunidad. Una comunidad que en la actualidad sólo puede entenderse a nivel planetario.