Uno de los aspectos que me ha llamado la atención ha sido la relación entre la orientación al mercado y la capacidad de aprendizaje de las empresas o, en su defecto, de innovación.
No pocos autores señalan que una empresa realmente orientada al mercado está limitada en cuanto a su capacidad para aprender e innovar porque, sufre lo que Hamel y Prahalad llaman » the tyranny of served market».
Estar excesivamente centrado en los clientes que se atienden hace perder de vista oportunidades de mejora, nuevos mercados o competidores emergentes. Las fuentes de información a las que se recurre para aprender son los clientes y competidores actuales. El cliente difícilmente va a proponer mejoras sustanciales. Por tanto el tipo de innovación que se favorece es la innovación incremental, es decir, pequeñas mejoras en producto o servicio, pero no la innovación disruptiva que es la que realmente genera ventajas competitivas.
Y yo me pregunto, estoy con la gente del Executive, hablando de las excelencias de la orientación al mercado y uno de los alumnos me hace esta reflexión. ¿Salgo corriendo?, ¿me meto debajo de la mesa?, ¿dimito?, ¿qué contestariais?