El fino hilo entre una propuesta con sabor a “valor” a una ensalada mixta


El diseño de la propuesta de valor (PV) es una labor verdaderamente compleja que sin embargo nos puede llegar a parecer ciertamente sencillo su diseño, sobre todo cuando hacemos uso de las herramientas clásicas disponibles (https://www.strategyzer.com/canvas/value-proposition-canvas)
Lo cierto es que estas herramientas, entre otras razones, se han popularizado por su sencillez de uso. Sin embargo, esta sencillez de uso no quieres decir que sean simples en su uso. De hecho, es una realidad que si el uso en sí de estas herramientas no está siendo errónea por parte de las organizaciones, si lo está siendo el razonamiento que conlleva la herramienta en su concepción.
Por ejemplo, respuestas a preguntas como las siguientes:
¿Es acertada la práctica de diseñar nuestra PV en base a lo que necesitan nuestros clientes? En todos los casos entrevistados, todas las empresas giran su cabeza hacia sus clientes cuando se trata de diseñar una propuesta de valor. Consecuentemente, el trabajo se enfoca en identificar una necesidad en su/s cliente/s y dar respuesta a la misma.
Ante esta realidad nos podemos preguntas lo siguiente:
¿Deberíamos tener tantas diferentes PVs como clientes tengamos? O ¿Deberíamos de tener a muchos clientes bajo una única PV? ¿Y si encuentro a nuevos clientes a los que puedo satisfacer en el “job to be done”, debería de incluirlos en mi proyección de objetivos comerciales? ¿Y si el “job to be done” sobre el que tengo diseñada mi actual PV cambia en algunos de mis clientes actuales, pero no en el resto? Las respuestas a estas preguntas condicionarán directamente a la organización y no sólo a su estrategia, procesos y recursos, sino quizás, y mas importante aún, en el como puede llegar a diluirse una actual PV. Este hecho de “diluirse” es a lo que me quiero referir con el término de “las ensaladas mixtas”. Es decir, propuestas donde ningún “sabor” llega a destacar especialmente. Como consecuencia de esta “insipidez”, la organización comienza a diseminar recursos bajo la excusa de aplicar una estrategia de diversificación que termina por estar totalmente des-focalizada. En este momento la empresa entra en un proceso circular difícil del que salir siempre que no llegue a pasar su punto de no retorno; es decir un exceso de compromiso con su insípida PV.
Pero y si además añadimos las siguientes preguntas: ¿Cómo procedo para diseñar mi PV si opero bajo un modelo de innovación abierto? ¿Sigue siendo mi cliente el eje sobre el que bascular mi PV o es otro? Pero y si además tengo en cuenta que mis clientes de hoy no van a evolucionar a ser mis clientes del mañana, entonces, ¿Cómo diseño mi propuesta de valor? ¿En qué criterios me baso para poder diseñarla?
Con todas estas preguntas a tener en cuenta junto con otras mas nos debería de surgir la urgencia de tener que preguntarnos por la eficacia de las herramientas en sí y de nuestra forma de hacer suso de la misma.

Nuestro curso – “Value proposition & the law of wasting abundance” – (https://www.mondragon.edu/cursos/es/curso/propuesta-de-valor-and-the-law-of-wasting-abundance) te capacitará para poder diseñar una propuesta de valor que de respuesta a todas estas preguntas y se ajuste a tu realidad competitiva.

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