«No me equivoqué al elegir a ciegas la carrera de informática»


Hola,

me llamo Josu Onandia. Estudié Ingeniería Técnica en la Escuela Politécnica en los años 84-88 (todavía no era Universidad, ni había Ingeniería Superior), especialidad Microelectrónica. Posteriormente estuve 2 años en Toulouse, en la Universidad Paul Sabatier terminando el equivalente de Ingeniería Superior, gracias al apoyo de Eskola.

¿Cuál fue mi motivación para inclinarme por la informática? Bueno, yo en realidad quería estudiar electrónica. Eso de la informática no sabíamos ni lo que era. De hecho nunca había visto un ordenador hasta el segundo curso (me temo que eso me hace parecer mayor, pero es que era así). Cuando conseguí resolver mi primer algoritmo, escribirlo en Pascal y verlo funcionar, ya me quedé enganchado para siempre. Luego estudiamos un microprocesador y el funcionamiento de una CPU, lo que me pareció apasionante y terminó de orientarme hacia los sistemas de control, eso que entonces denominábamos ‘micros’. Un tema que luego pareció perder interés, pero que más tarde volvió con fuerza bajo el nombre de ‘sistemas embebidos’. Siempre me ha gustado la informática aplicada a mover sistemas físicos, cosas ‘reales’, sea el control de la inyección de un coche, una lavadora o un cajero automático. La verdad es que en aquel entonces la informática de gestión empresarial no me llamaba nada. La automatización de los procesos empresariales, compras, ventas, etc., me dejaba frío. Sin embargo, con el tiempo me he ido dando cuenta del valor que aporta ese tipo de informática a las empresas.

Hoy en día han ido surgiendo otras ramas de la informática que antes ni siquiera soñábamos, como los dispositivos móviles, la computación en la nube, Internet de las cosas, etc. La verdad es que la informática, en todas sus variantes, está viviendo un momento dulce que en el futuro sólo puede ir a más, pues el componente informático está resultando clave en todos los sectores: salud, energía, industrial, hogar, ocio, logística, transporte, educación, comercio, etcétera.

Volviendo a mí biografía, trabajé durante 18 años en el departamento de I+D de Fagor Automation, siempre en el desarrollo del sistema de control de máquina herramienta que se conoce como Control Numérico. Primero como programador en distintas funcionalidades que íbamos añadiendo al Control, simulación gráfica, comunicación en red, almacenamiento de ficheros en flash, interfaces de usuario más intuitivos, incorporación de nuevos microprocesadores, etc. Fueron años de enorme crecimiento profesional. Además, el hecho de competir con los rivales alemanes  y japoneses a nivel mundial, Siemens y Fanuc, y de saber que mi software estaba siendo usado por miles de personas me producía una gran satisfacción personal.

Más tarde pasé a ser el responsable de un equipo, y mi labor era más bien la de planificación, dirección técnica y coordinación con el departamento comercial y el de producción. Este puesto me proporcionó otra perspectiva del desarrollo de software. Aunque no tenía la satisfacción inmediata que produce la programación, era muy interesante alejarse un poco del teclado y tratar de analizar las necesidades de las distintas personas, usuarios, comerciales, técnicos de mantenimiento, etc. (necesidades que muchas veces no saben expresar, o como diría Steve Jobs, ‘ni siquiera saben que las tienen’); y de ayudar a definir la estrategia de futuro de la empresa. En esta época descubrí el software libre y me volví un convencido de su utilización en nuestros productos, lo que acabó siendo muy interesante y productivo. Por último, me pareció todo un reto el hecho de dirigir un equipo, algo para lo que no nos formaron en su día. Menos mal que me tocó un grupo de grandes personas y profesionales, y me lo pusieron muy fácil.

Desde el 2008 estoy en ISEA, una cooperativa de la División de Ingeniería y Servicios (MISE) de la Corporación Mondragon. Nuestra función consiste en impulsar la innovación dentro de las empresas de nuestra División, y que se materialice en nuevos productos y servicios o en nuevas actividades empresariales. En la práctica consiste en mantener una vigilancia sobre las nuevas ideas, tecnologías o startups que van surgiendo por el mundo, identificar cuáles pueden ser de interés para nuestras empresas, organizar proyectos en los que participan empresas, centros tecnológicos y universidades, y por último obtener ayudas de las instituciones para financiar esos proyectos. Aunque estoy abierto a todo tipo de tecnologías, lo cierto es que me intereso más por los proyectos de informática, que al fin y al cabo es lo que domino y lo que más abunda actualmente.

Mirando hacia atrás, creo que no me equivoqué al elegir a ciegas la carrera de informática sin saber lo que era. Ha resultado ser una profesión interesante, agradecida, y con una demanda tan variada en sectores de aplicación y en perfiles profesionales (desde lo más técnico hasta algo más comercial y cercano al cliente), que cada uno puede buscarse lo que más le gusta y luego tener todo un recorrido profesional según gana experiencia.

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