La democracia en la cooperativa
Cambiamos de materia en el máster. Nos adentramos en la que se denomina «Procesos y mecanismos de democracia empresarial«. ¿Existirían unos contenidos de este tipo en otro postgrado relacionado con la gestión de empresas? Quizá de una u otra forma es un tema que preocupa. A la sociedad en su conjunto y también a una institución como la empresa en particular. Porque en este supuesto primer mundo, queremos calidad de vida democrática, ¿no? ¿Y qué sucede con las empresas?
Las empresas cooperativas lo llevan en su ADN. Dicen de sí mismas que quieren autogestionarse y que quieren hacerlo a través de un sistema democrático. ¿Por qué? Básicamente porque la empresa pertenece a sus socias y socios y eso quiere decir que hay derecho y obligación de participar. No solo, claro está, en aspectos de gestión o relacionados con el puesto de trabajo, sino también a través de los cauces societarios que se habilitan. ¿Qué sucede con una empresa que sea sociedad anónima? Ahí la propiedad… es la que es. Un capital que demandará rendimiento aunque luego por detrás puedan existir muy buenos cauces de participación en diferentes ámbitos.
El caso es que la cooperativa se exige una gestión democrática. Pero hoy esto no es tarea fácil. Es muy probable que la crisis de confianza en las instituciones (el grito de «no, no nos representan«) también afecte. La democracia representativa llega hasta donde puede. Los tiempos cambian, la información circula veloz de mil formas y lo que antes era orden y órganos colegiados donde se trataba más o menos cada tema que correspondía, hoy se ha convertido en un pequeño festival caótico. ¿Y qué hay de la democracia directa?
En esta materia, cómo no, repasamos los roles de la asamblea general, del consejo rector, del comité de vigilancia y del consejo social. Además a eso se le suma la dirección general y el correspondiente consejo de dirección. Una ¿burocracia? necesaria para garantizar que las cosas se hacen como deben. Pero, claro, la norma no garantiza su buen cumplimiento. Y aquí es donde hay mucho que sembrar: educación cooperativa. Esta parece la receta más adecuada. Una formación que luego tenga seguimiento, acompañamiento, para que no se quede solo en teoría.
La democracia en la cooperativa no vive de grandes principios o valores sino de hechos. Hay que dar ejemplo. Y no es fácil cuando las cooperativas han crecido en volumen. Una asamblea ya no es lo que era cuando cabían todas las personas protagonistas en una sala. Hoy los grandes números se empeñan en complicar la forma en que se ejerce la democracia. Todo un reto, ¿no os parece? Y hablamos de algo fundamental para las cooperativas. Y para las personas.
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