MONDRAGON ante un nuevo ciclo
La última de las unidades didácticas que abordamos en la materia de Fundamentos de la Experiencia Cooperativa de MONDRAGON mira al futuro al tiempo que evalúa lo recorrido desde los inicios en los años 50 del siglo pasado. Una de las lecturas que se nos sugiere es un artículo publicado en la revista TU Lankide y escrito por Igor Ortega, investigador de Lanki. Recogemos aquí algunos textos y los comentamos para dejar la puerta abierta la reflexión.
En general, es una cuestión aceptada que lo económico ha primado en el desarrollo de las cooperativas en los últimos años previos a la crisis de 2008. El mercado pedía y la respuesta eran acciones expansivas, más o menos audaces, más o menos defensivas. La competitividad exigía estar a la altura y cumplir con las normas del mercado. Las cooperativas, manos a la obra, se internacionalizaron, crecieron, invirtieron en I+D+i, flexibilizaron sus plantillas y todo lo que una empresa se supone que debía hacer. Pero, ¿qué fue de los principios?
En el horizonte del proyecto se intuye el ideal de una sociedad más democrática y más autogestionada, dando paso a comunidades maduras, solidarias, conscientes y responsables de su propio destino.
Es evidente que este impulso inicial se ha visto enfriado con el paso de los años. La permeabilidad de los cooperativistas al proceso general de individualización, una orientación más pragmática y economicista de las cooperativas, junto con un importante desarrollo del estado del bienestar que desde lo público cubre necesidades sociales antes enfrentadas desde las lógicas comunitarias-cooperativas, resultan factores determinantes en este proceso.
Aquellos principios capaces de dotar de sentido a un proyecto que nacía en determinadas circunstancias sociales, culturales y económicas, parece que hoy se enfrenta con un dilema: ¿qué se prima?, ¿lo social o lo empresarial? Los mercados exigen y las cooperativas disponen. Pero las cosas no parecen tan sencillas. ¿La economía social y solidaria se vería reflejada hoy en el cooperativismo de MONDRAGON? ¿Hablamos de movimientos que circulan por carriles diferentes? ¿Qué hay del sentido de comunidad al que tanto se hacía mención en los orígenes? Sin embargo:
Todo parece apuntar que la respuesta a los desafíos que se nos presentan en este nuevo escenario no pueden pasar más que por la profundización de un cooperativismo más consciente, auto-exigente, y socialmente más responsable. ¿Existe alguna otra alternativa?
Más cooperativismo, más comunidad, más corresponsabilidad, más autoexigencia. Esta parece ser la propuesta lógica. Pero el suelo se ha movido bajo los pies. El cooperativismo de la necesidad terminó. Igual sucedió con el del bienestar. ¿Y ahora queda algo a lo que aferrarse con capacidad tractora? Las segundas y terceras generaciones de socias y socios están aquí, en tiempos revueltos y en cooperativas convulsas. MONDRAGON no podía prever la caída de Fagor Electrodomésticos. Pero hay que mirar al futuro porque no queda otra. ¿Volviendo a los orígenes? Curiosa paradoja la de volver atrás para progresar. Pero es que parece tan evidente:
La construcción de una sociedad más justa y más humana es una idea consustancial al proyecto cooperativo.
Sea como sea, el reto está aquí. Conjugar lo social y lo empresarial admite un buen número de posicionamientos. Las cooperativas de MONDRAGON van cumpliendo años. Cada generación deberá aportar su saber hacer y tendrán que entenderse en la diversidad porque quizá aparezcan posibilidades que hoy no somos capaces de imaginar. Quienes se encontraron al cumplir su mayoría de edad con un mundo en crisis no pueden sino pensar que hay que hacer las cosas de otra manera.
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